Informe sobre el impacto de la caza en España - La oligarquía cinegética y los grupos de presión (Ecologistas en acción)

En una entrevista que el periodista y presentador del programa “Salvados” de La Sexta, Jordi Évole, hizo a la ex – ministra de medio ambiente Cristina Narbona (emitido en el año 2013 bajo el título “El lobby feroz” y consultable en youtube.com: https://www.youtube.com/watch?v=Y2CA2QYchWw ), parece quedar patente la existencia de un grupo de presión o lobby del mundo de la caza. La transcripción de una parte de la entrevista es la siguiente:

Évole: ¿Cuál fue el lobby que más le presionó cuando usted era ministra?

Narbona: Quizá el que fuera más explícito fue precisamente el lobby de los cazadores.

Évole: ¿Pero hay un lobby de cazadores?

Narbona: Hay una Federación Española de Caza que había acordado a nivel europeo, por ejemplo, la eliminación del plomo, y sin embargo cuando eso se incorporó en esa ley, que no les gustaba nada, pues se negaron a aceptarlo.

Évole: Pero, ¿tan importante es el lobby de los cazadores en España?

Narbona: Yo creo que las cacerías de hoy siguen siendo un momento de contactos, de acuerdos... en fin, un momento importante en lo que es la existencia de los lobbys y sus contactos con otros sectores.

Existen numerosas evidencias de la existencia de un lobby cinegético español, como se apunta en la anterior entrevista y que se sustancian en la actividad de federaciones a escala estatal y autonómica, de la Oficina Nacional de Caza y de organizaciones como APROCA o ATICA, que se han movilizado de manera coordinada y se han manifestado públicamente frente a numerosas cuestiones vinculadas con la caza.

Otro indicador que puede dar una idea de la dimensión y capacidad de influencia del lobby cinegético son las tiradas de revistas españolas dedicadas a la caza, algunas de las cuales, como Federcaza y Jara y Sedal rondan los 40.000 - 50.000 ejemplares.

En el ámbito de las redes sociales, mostramos a continuación los “me gusta” (nº de personas a las que le gusta la página, es decir seguidores habituales de la misma y de las publicaciones diarias que se van haciendo en su seno) que han obtenido las principales revistas de caza (impresas y/o digitales) de ámbito nacional:

Con todo ello, queremos ilustrar que el lobby cinegético arrastra a buen número de cazadores y ejerce una capacidad de influencia muy a tener en cuenta. Y ello se explica porque existe un componente económico, la caza entendida como un negocio más allá del ocio.

Los gestores de la caza y propietarios de fincas cinegéticas (especialmente aquellas dedicadas a la caza mayor y a la perdiz roja), quienes obtienen los grandes beneficios directos o indirectos que genera la actividad, se encuadran entre los sectores más pudientes de la sociedad española. Ganaderos, banqueros, empresarios, políticos, aristócratas y hasta jueces son los que disfrutan y se reparten la parte más suculenta del pastel de la caza en España. Y resulta difícilmente controvertible el hecho de que las invitaciones y los sistemas de relaciones de negocio que se derivan de los encuentros de los oligarcas en estos espacios de recreo son el lubricante perfecto para mover el engranaje de la macroeconomía estatal y transnacional y las relaciones entre los empresarios de alto nivel, políticos y financieros que detentan su manejo.

El grueso del negocio de la caza, sigue encontrándose, mayoritariamente, en manos de unos pocos, grandes terratenientes, que ya en pleno siglo XXI pretenden dar a la actividad una estructura y un funcionamiento básicamente mercantilista e industrializado, con los impactos ambientales y sociales que de ello se deriva.

Por todo lo anterior, no es de extrañar que el lobby cinegético, en defensa de sus intereses particulares, se constituya como una oligarquía que presiona a los diferentes estamentos que controlan el funcionamiento de la maquinaria estatal llegando a influir – o al menos pretendiéndolo en todos los poderes (legislativo, ejecutivo e incluso en el poder judicial) del Estado.

Desde la promulgación de la ley de caza de 1970, la práctica de esta actividad se ha generalizado (*) hasta alcanzar en la actualidad cerca de 800.000 cazadores (**). Este considerable número de practicantes, que en su inmensa mayoría no son gestores, productores y, en último extremo, receptores del grueso de los beneficios económicos de la industria cinegética, es utilizado, sin embargo, por el lobby de la caza para proteger sus intereses corporativos en una doble vertiente: por una parte, los practicantes de la actividad cinegética actúan como “paganos” que hacen aumentar los réditos del negocio venatorio, y por otra se convierten en una “masa crítica” que el grupo de presión no duda en utilizar como “fuerza de choque” en defensa de los intereses financieros, directos e indirectos de la industria cinegética.

(Notas):

(*) Según el Anuario de Estadística Forestal del año 2013, las licencias expedidas en España alcanzan la cifra de 848.243.

(**) No es posible igualar el número de licencias expedidas con el número real de cazadores, extremo éste último difícil de conocer con exactitud, pues al tener las CC.AA las competencias en materia de caza y ser preceptiva la obtención de la licencia en cada una de ellas, existe un buen número de cazadores que para cazar en más de una CA deben solicitar más de una licencia de caza.

(Ecologistas en acción)

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