Periodista
En Madrid siempre ha habido partidarios de convertir las CCAA en entidades ornamentales, pero desde la mitad de la última legislatura de Zapatero se han puesto en serio a esta tarea y no es exagerado decir que lo están consiguiendo
No salen de millón en millón cada año. No están contando votos plebiscitarios en cada elección, ni buscan fórmulas para hacer un referéndum que no les permiten. No están haciendo nada de eso porque no lo necesitan. Pero, aunque más invisible, en España está teniendo lugar un proceso mil veces más efectivo que el catalán. Solo que en sentido contrario.
El actual es el proceso de recentralización más feroz que el Estado español haya puesto en marcha en décadas. En Madrid siempre ha habido partidarios de convertir las CCAA en entidades ornamentales, pero desde la mitad de la última legislatura de Zapatero se han puesto en serio a esta tarea y no es exagerado decir que lo están consiguiendo. De su parte han tenido una crisis económica que ha permitido hacerlo sin necesidad de aplicar polémicas leyes de suspensión, ni siquiera devolución de competencias. Solo con que el Ministerio de Hacienda haya fijado ciertos límites de déficit se ha conseguido dejar a las comunidades sin autonomía financiera y, la mayoría, directamente intervenidas. Más de una docena de gobiernos autonómicos acabaron el año sin poder mover un euro sin el permiso de Montoro.
Como siempre, la ofensiva administrativa va pareja a otra, la de la opinión pública. A tenor del CIS los españoles continúan sin bascular hacia una defensa de mayor autonomía, más bien al contrario. De esto solo cabe entender que la mayoría de ellos está a favor del proceso de recentralización. Solo así se entiende que la primera ley presentada por Podemos en el Congreso fuera la llamada «Ley 25» que, bajo la loable intención de hacer frente a la emergencia social, quitaba a las comunidades competencias reconocidas en materias tan sensibles como la sanidad o la vivienda.
A los españoles no les hace falta llenar las calles para reclamar acabar con las autonomías. Ya está pasando, gracias a los cuatro partidos con mayoría absolutísima en el Congreso. Si desde las autonomías no hay una respuesta acorde al desafío del momento, el procés uniformizador español no tiene vuelta atrás.
(Gara)
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